Cada Navidad llega acompañada de una amplia oferta de dulces que buscan sorprender con nuevos formatos, combinaciones de ingredientes inesperadas y propuestas que se alejan de lo convencional. Sin embargo, a pesar del interés creciente por la innovación en este segmento, los productos clásicos mantienen su protagonismo en las compras de la temporada, que experimentan un “chocolatización” sin ninguna duda. Para las empresas de la industria del dulce, estas fechas representan una oportunidad clave en sus catálogos, aunque el sector sigue trabajando en estrategias que permitan extender el consumo de estas referencias más allá del periodo festivo. Por tanto, estamos ante una categoría se caracteriza por un doble enfoque: por un lado, la introducción de texturas, aromas y presentaciones pensadas para responder a los nuevos hábitos de consumo; por otro, la permanencia de los sabores tradicionales que continúan siendo indispensables en la mesa de muchas familias. Las novedades de este año confirman esa tendencia híbrida, en la que la apuesta por la creatividad convive con la conexión emocional que despiertan las recetas clásicas, evocando tradición, reuniones familiares y la idea de hogar. Así lo consideran desde la asociación del dulce, Produlce, que define esta categoría a partir de esa “doble identidad claramente reconocible y ampliamente valorada”, asegurando que este segmento destaca por esa capacidad de innovar y mantener al mismo tiempo un fuerte arraigo en la tradición, evocando los sabores de siempre y el regreso a lo esencial: “las reuniones familiares, los encuentros de antaño y ese sentimiento acogedor de estar en casa”.