Desde el pan común, el que se ha de consumir en las 24 horas desde su horneado, hasta el industrial, tanto fresco como tostado, el mercado de la panificación ofrece múltiples posibilidades al consumidor, que tras varias décadas disminuyendo su ingesta, ha frenado esta tendencia, especialmente en la vertiente industrial, de modo que las ventas en libre-servicio muestran ya en 2022 crecimientos incluso de doble dígito en valor. Todo en un entorno en el que los operadores han tenido que afrontar el escenario más difícil para sus costes de producción
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