La infección fetal por citomegalovirus (CMV) es la causa más común de infección fetal congénita, puede provocar muerte fetal, neonatal, así como graves secuelas en la infancia. Es la causa infecciosa más importante de pérdida de la audición neurosensorial y retardo mental. Su incidencia en el mundo varía entre 0,5 y 1% de los recién nacidos y nuestro país no está al margen de este flagelo, con cifras reportadas que van entre 1 y 2% de los recién nacidos (RN). Estudios chilenos de seroprevalencia, en embarazadas del sistema público, demuestran que alrededor del 95% de las ellas tienen anticuerpos contra el virus, lo que significa que la infección primaria en el embarazo es infrecuente en esta población. Sin embargo, la infección fetal y sus graves secuelas pueden ocurrir tanto en una primoinfección como en una reactivación o reinfección (infección no primaria), ocurridas generalmente durante el primer trimestre del embarazo.
La dificultad en el diagnóstico materno y la falta de evidencia de un tratamiento efectivo, fueron por largo tiempo factores que desincentivaron el cribado universal. Nuevos avances en herramientas de diagnóstico y tratamientos más efectivos desafían esta concepción y hacen cada día más imperioso el diagnóstico precoz de la infección materna, para evitar el pasaje transplacentario y secuelas en fetos infectados.
En esta publicación comenzaremos describiendo un caso clínico de infección fetal a las 28+2 semanas de embarazo, detectado por alteraciones al ultrasonido, que recibió tratamiento in utero. Luego revisaremos algunos conceptos epidemiológicos, los mecanismos propios de la infección por CMV, así como su patogenia y elementos nuevos del diagnóstico y tratamiento que creemos presionan fuertemente hacia el cribado universal en el embarazo.