Aunque sus mayores ventas se concentran en verano, cuando predomina la comercialización de formatos para congelar, la golosina líquida ha logrado, a golpe de imaginación, vencer la barrera de la estacionalidad con un consumo a lo largo de todo el año, gracias a las presentaciones en pequeñas botellitas y en distintos diseños que dispensan el producto en espray o roll-on. La búsqueda de naturalidad y la respuesta a demandas en auge como las sensaciones ácidas y sabores explosivos para captar a nuevos públicos, han aportado nuevo valor al mercado
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