Un desafío clave hasta la fecha en la investigación sobre las consecuencias del ingreso de microplásticos en el organismo humano radica en que los métodos analíticos disponibles destruyen el tejido o no permiten determinar la ubicación exacta de las partículas. Ahora, investigadores austríacos parecen haber encontrado una solución tecnológica para una identificación más precisa de estas partículas.
