Una placenta artificial es una plataforma de soporte vital para bebés prematuros o que tuvieron menos de 37 semanas de gestación completa. Aunque existe la posibilidad de utilizar esta plataforma para la reparación intraoperatoria de anomalías congénitas (p. ej., hernia diafragmática congénita) en bebés prematuros tardíos, o para el estudio del desarrollo fetal, el objetivo principal de esta tecnología es actualmente el tratamiento de bebés extremadamente prematuros, o aquellos nacidos durante el período peri-viable entre las 21-24 semanas de gestación completa.
Los bebés que nacen en este período peri-viable, generalmente tienen malos resultados debido a la necesidad de ventilar mecánicamente sus pulmones extremadamente inmaduros, a menudo a altas presiones máximas. Las plataformas de soporte vital basadas en placenta artificial están diseñadas para evitar la necesidad de ventilar como un medio para facilitar el intercambio de gases y así evitar lesiones en el pulmón prematuro inmaduro. En cambio, el intercambio de gases altamente eficiente y fácilmente regulado se realiza mediante dispositivos de intercambio de gases conectados a la vasculatura fetal. Dependiendo de la forma del sistema utilizado, se han probado diseños de circuitos venoso-venosos y arterio-venosos, con los prototipos arterio-venosos más recientes que utilizan el corazón fetal, en lugar de una bomba externa, para generar la presión del circuito.
A pesar de tener la apariencia de un concepto futurista, el trabajo de desarrollar una placenta artificial se ha llevado a cabo de forma intermitente desde al menos finales de los años 50. El hecho de que la tecnología aún no haya entrado en servicio clínico, a pesar de que han pasado más de 60 años, refleja los desafíos técnicos que rodean el desarrollo y uso de la placenta artificial. Esta demora en la introducción también refleja el panorama cambiante de la atención neonatal y, en particular, los avances en la ventilación mecánica y los modos de soporte respiratorio no invasivo, como la presión positiva continua en las vías respiratorias, la introducción de esteroides prenatales y la disponibilidad de terapia con surfactante exógeno.
Como tal, es razonable argumentar que el grupo demográfico objetivo para la tecnología de placenta artificial ha cambiado significativamente desde que comenzó su desarrollo. Los bebés que antes se consideraban peri-viables y probables candidatos para la terapia con placenta artificial (es decir, los que nacieron antes de las 28 semanas de gestación) ahora tienen tasas mucho mejores de supervivencia libre de enfermedad con la tecnología disponible en la actualidad. El grupo demográfico con los peores resultados, y los posibles candidatos para la terapia de placenta artificial contemporánea, son aquellos nacidos de embarazos significativamente comprometidos (por ejemplo, infección intrauterina, sepsis, preeclampsia severa, insuficiencia placentaria severa) a las 21-24 semanas de gestación y con un peso de aprox. 300 gramos.
Este artículo proporcionará una revisión del historial de desarrollo de la placenta artificial, un resumen de la situación actual y concluirá discutiendo los desafíos restantes que deberán abordarse antes de que esta tecnología pueda introducirse en la práctica clínica.