Hasta un 15-20% de adolescentes tienen algún problema de salud crónico. La adolescencia representa un periodo de riesgo especial para la evolución de las enfermedades crónicas, tanto en aquellos con padecimientos con mayor prevalencia como en los afectados por enfermedades raras. La transición de la asistencia pediátrica a la adulta empieza con la preparación y capacitación del paciente pediátrico, acostumbrado a los cuidados tutelados, para que asuma la responsabilidad de su autocuidado en una unidad de adultos. La transferencia es el momento en el que la persona joven pasa a los servicios de adultos y es dada de alta de los servicios pediátricos. La transición sólo se completa cuando los jóvenes están integrados y funcionan con total competencia dentro del servicio de adultos. Los profesionales de adultos tienen un rol crucial al momento de recibir e integrar a los adultos jóvenes. Un programa de transición puede incluir transiciones de diferente complejidad, desde enfermedades frecuentes y conocidas como el asma, que requieren un proceso más sencillo, hasta enfermedades raras complejas con necesidad de participación de personal muy especializado. La transición requiere un trabajo en equipo con participación de numerosos profesionales: pediatras y médicos de adultos, enfermeras, psicólogos clínicos, trabajadores sociales sanitarios, equipo de Farmacia, y personal administrativo. Es importante implicar a los adolescentes en la toma de decisiones y que los padres los dejen ir progresivamente. Un programa de transición bien estructurado puede mejorar los resultados en salud, la experiencia del paciente y la utilización y coste de los cuidados sanitarios.