Objetivo
Analizar la prevalencia, características y manejo de las convulsiones febriles simples y complejas. Secundariamente, comparar el riesgo de lesión orgánica subyacente y epilepsia entre ambos tipos de crisis y particularmente de cada subtipo que define una convulsión febril compleja.
Material y método
Estudio de cohortes retrospectivo que incluye pacientes de 0-16 años que consultan por convulsión febril en urgencias pediátricas de un hospital terciario durante 5 años. Se recogen variables epidemiológicas y clínicas. Se realiza un seguimiento posterior mínimo de 2 años para confirmar el diagnóstico final.
Resultados
Se incluyeron 654 convulsiones febriles, con una prevalencia del 0,20% (IC 95%: 0,18-0,22%); 537 fueron simples (82%) y 117 complejas (18%).
Las características clínico-epidemiológicas de ambos tipos fueron similares. En las formas complejas se solicitaron significativamente más pruebas complementarias en forma de analíticas (71,8% vs. 24,2%), tóxicos (10,3% vs. 2,4%), punción lumbar (14,5% vs. 1,5%) y TAC (7,7% vs. 0%). Igualmente se indicó ingreso con mayor frecuencia (41,0% vs. 6,1%). No se diagnosticó ninguna lesión orgánica subyacente (infección del sistema nervioso central, enfermedad metabólica, tumor/lesión intracraneal ocupante de espacio, intoxicación) excepto 11 casos de epilepsia, 5 de ellas en las formas complejas (4,3%; IC 95%: 0,6-7,9%). En el análisis multivariable presentaron mayor riesgo de desarrollar epilepsia las formas complejas por ser recurrentes en el mismo proceso febril (odds ratio [OR]: 4,94; IC 95%: 1,29-18,95), aquellos con antecedentes de crisis previas (OR: 17,97; IC 95%: 2,26-143,10) y las manifestadas a edades atípicas (OR: 11,69; IC 95%: 1,99-68,61).
Conclusiones
No está justificada la indicación sistemática de pruebas complementarias o ingreso en las convulsiones febriles complejas. El riesgo de epilepsia en las formas complejas hace necesario el seguimiento en neuropediatría.