Los errores diagnósticos tienen un papel importante en la seguridad del paciente, siendo esta una de nuestras máximas como médicos. Y es que, aunque en algunos casos pueden suponer «solo» un retraso en el inicio de la mejoría del paciente, en otros muchos, pueden llevar a una evolución tórpida de la enfermedad o incluso a un desenlace fatal. En este artículo se presenta el caso de una joven de 19 años, bailarina profesional, atendida en varias ocasiones por sintomatología diversa en el pie y tobillo izquierdos en los 2 últimos años, acusando siempre la clínica a su actividad diaria. Es en la última consulta, al decidir ampliar el estudio de imagen, cuando se diagnostica de un osteocondroma tibial. Al realizar una retrospectiva de las múltiples radiologías previas, se puede observar que el tumor era visible desde la primera de ellas. En este caso, se trata de una enfermedad benigna con resolución quirúrgica, pero podría haber sido una enfermedad maligna o incurable al momento del diagnóstico. De ahí la importancia de revisar siempre todos los datos y pruebas complementarias que se tengan de un caso, independientemente de que hayan podido ser valoradas previamente por otros compañeros.