El uso de fármacos conlleva innegables beneficios en las personas mayores, pero no está exento de efectos indeseables. La deprescripción es el proceso de revisión sistemática de la medicación con el objetivo de lograr la mejor relación riesgo-beneficio en base a la mejor evidencia disponible. Este proceso es especialmente importante en mayores polimedicados, sobretratados, frágiles, con enfermedades terminales y en el final de la vida.
La deprescripción debe hacerse de forma escalonada, estableciendo un seguimiento estrecho por si aparecen problemas tras la retirada. En la toma de decisiones es muy importante contar con la opinión del paciente y de los cuidadores, valorando los objetivos del tratamiento según la situación clínica, funcional y social del enfermo.
Existen múltiples herramientas para facilitar a los clínicos la tarea de seleccionar qué fármacos deprescribir (criterios Beers, STOPP-START…). Los grupos farmacológicos más susceptibles de intervención son: antihipertensivos, antidiabéticos, estatinas, benzodiacepinas, antidepresivos, anticolinérgicos, anticolinesterásicos y neurolépticos.