La construcción industrializada ofrece evidentes ventajas frente al modelo de construcción tradicional, al reducir el tiempo de ejecución de la obra, minimizando los posibles errores que se pudiesen producir, además de favorecer la transición hacia una economía circular, el ahorro energético y la reducción de la huella ambiental del edificio. En España este modelo de construcción comienza a cobrar fuerza, especialmente por la necesidad de impulsar un nuevo paradigma constructivo, más circular y sostenible, así como por las oportunidades que este modelo supone en términos de empleo, impulso de la economía local, igualdad y captación de nuevos talentos. Sin embargo, pese a estas ventajas, el ritmo de crecimiento no es muy elevado y apenas el 2% de la construcción es modular. Una dificultad que, según explican desde el Clúster de la Edificación, está relacionada con la financiación, ya que la industrialización requiere de importantes cantidades de capital inmovilizado y de circulante que los industriales han de adelantar. “La construcción industrializada supone un cambio de modelo en la edificación, pero también necesita de mucho capital adelantado, lo que genera incertidumbre entre los posibles inversores. Abrir nuevos caminos implica asumir riesgos muchas veces desconocidos, y ya sabemos que riesgos y financiación son malos compañeros de viaje”, afirma Enrique Vinagrero, director adjunto en ST Consultores y director del Grupo de Trabajo (GT) de Retos de la Financiación Industrializada del Clúster de la Edificación.Posibles riesgos y herramientasPara favorecer una mejor comprensión del marco general y los procesos de la construcción industrializada, identificando sus riesgos y sus oportunidades, el Clúster de la Edificación, a través de su GT sobre Financiación, ha elaborado un mapa en el que se identifican y analizan los diversos riesgos que intervienen en el proceso de edificación, para poder buscar herramientas que ayuden a su corrección. “Es una foto del sector que va a facilitar la toma de decisiones, para mitigar los riesgos. Cuanto mayor sea el conocimiento de los problemas, mejor podremos solucionarlos”, explica Vinagrero. El documento, que parte de un análisis taxonómico del sector, establece una primera clasificación de los riesgos –identificando 92 en total–, agrupados en 10 grandes categorías: la propiedad, la viabilidad económica, la viabilidad técnica-proyecto, las responsabilidades, las garantías y avales, el precio, el plazo, la calidad, la logística, y la sostenibilidad (criterios ESG). De esta manera, se observa que el 52% de los riesgos se concentran en la fase de estudio, mientras que las fases de ejecución off-site y on-site representan un 22% y 25%, respectivamente. Además, un 12% de los mismos tendrían un origen externo, ajeno a los actores implicados directamente en el proyecto. “Esto es una buena noticia, ya que al producirse esta situación en fases tempranas del proyecto podemos anticiparnos con herramientas que nos permitan evitar o, al menos, mitigar los riesgos”, comenta Enrique Vinagrero. “Además, el mapa también nos ha permitido observar cómo aquellas situaciones percibidas como negativas, en la construcción industrializada pueden convertirse en una oportunidad. Es el caso de la sostenibilidad, que desde un enfoque de ESG puede contribuir a la generación de industria local y a potenciar la incorporación de talento joven y mano de obra femenina al sector. Necesitamos crear un nuevo marco que recoja las singularidades del sector de la construcción industrializada”, concluye el responsable del GT de Financiación.