La fatiga es un síndrome multidimensional, complejo y frecuente en los pacientes con daño cerebral sobrevenido, influyendo negativamente en el proceso de neurorrehabilitación. Aparece desde etapas tempranas luego de la lesión y puede permanecer en el tiempo, recuperadas o no las secuelas del daño. La fatiga depende de circuitos neuronales superiores y se define como una percepción anómala de sobreesfuerzo. Tiene una prevalencia de 29% a 77% tras el ictus, 18% a 75% tras el traumatismo craneoencefálico (TCE) y 47% a 97% tras tumores cerebrales. La fatiga se asocia a factores como sexo femenino, edad avanzada, familia disfuncional, antecedentes patológicos específicos, estado funcional (p. ej. fatiga previa a la lesión), comorbilidades, estado anímico, discapacidad secundaria y uso de ciertos fármacos. Su estudio se realiza sobre todo a partir de escalas como la Escala de severidad de fatiga (Fatigue Severity Scale). Hoy en día existen avances en herramientas de imagen para su diagnóstico como la resonancia magnética funcional. En cuanto a su tratamiento, no existe aún terapia farmacológica definitiva, sin embargo, existen resultados positivos con terapias dentro de la neurorrehabilitación convencional, terapia lumínica y el uso del neurofeedback, estimulación eléctrica y magnética transcraneal. Esta revisión tiene como objetivo ayudar al profesional dedicado a la neurorrehabilitación a reconocer factores asociados modificables, así como terapias a su alcance para disminuir sus efectos nocivos en el paciente.