En la actualidad, las infecciones de piel y partes blandas forman parte de un alto porcentaje de las consultas en salud. Estas van desde infecciones leves, donde el manejo se realiza con tratamiento tópico, hasta aquellas con severo compromiso sistémico, requiriendo terapia antibiótica sistémica e incluso el desbridaje quirúrgico. En general, son producto de un desbalance entre los mecanismos de defensa de la barrera cutánea y los factores de virulencia y patogenicidad de los microorganismos que la afectan. Se pueden clasificar según distintos criterios, como por ejemplo, profundidad, gravedad, microorganismos involucrados y si estas son purulentas o no. El reconocer estas entidades clínicas es de suma importancia para llevar a cabo un adecuado tratamiento en los pacientes que presentan estas afecciones, ya que los diagnósticos erróneos llevan a las múltiples consultas con el consiguiente aumento de costos asociados en atención en salud.