La historia de la cirugía cardiovascular se inicia en 1896 cuándo Ludwig Rehn sutura con éxito una herida de corazón, lo que hasta entonces se consideraba un imposible. En su desarrollo cabe distinguir tres etapas. La cirugía extracardíaca, con Robert Gross quien sutura un ductus arterioso permeable con éxito en 1938, seguido por Clarence Crafoord, quien, en 1944, corrige por primera vez una coartación aórtica y, finalmente, Alfred Blalock, quien efectúa un shunt aorto-pulmonar para el tratamiento paliativo de la estenosis pulmonar, el mismo año. Esta es seguida por la cirugía cardíaca cerrada, la etapa más creativa, en la que destacan Charles Bailey, con la comisurotomía y Dwight Harken, con la valvuloplastía, para el tratamiento quirúrgico de la estenosis mitral. Y, finalmente, la tercera etapa, con la cirugía a corazón abierto, que se inicia con la hipotermia para reducir los requerimientos de oxígeno, interrumpir la circulación y abrir el corazón, seguida rápidamente con la utilización, por primera vez, de una máquina corazón-pulmón, creada por John Gibbon, quien luego de 26 minutos de circulación extracorpórea, el 6 de mayo de 1953, cierra una comunicación interauricular en una joven mujer, lo que, desafortunadamente no es seguido con el éxito, sino que con la pérdida de los cuatro pacientes subsiguientes. El desánimo general es revertido por Walton Lillehei, quien introduce, en 1954, la circulación cruzada controlada, en la que el padre o la madre de un niño servía como un “oxigenador”, reduciendo así los trastornos homeostáticos asociados a la circulación extracorpórea. Pocos meses después, Lillehei introduce el “oxigenador de burbujas”, simple y económico, ¡con lo que la cirugía a corazón abierto se hace asequible para todos!