El desarrollo de los nuevos agentes para el tratamiento del cáncer renal metastásico en la última década ha mejorado la calidad de vida y supervivencia de estos pacientes. Las nuevas terapias dianas (TKI), los inhibidores de los puntos de control inmunológicos (ICI) y las nuevas combinaciones de dichas moléculas, sumando sinergias, han cambiado las posibilidades de los tratamientos de primera línea. La mejor comprensión de la biología de cada tumor y su microambiente nos permitirán seleccionar a los pacientes que se beneficien de los distintos tratamientos. Los avances en la genética y la caracterización molecular han aportado un valor pronóstico importante, pero necesitamos biomarcadores que nos permitan individualizar los tratamientos y desarrollar nuevas vías terapéuticas.