Son muchos los cambios que se están produciendo en la transmisión y generación del conocimiento, y los modelos emergentes implican modos diferentes de entender la docencia, que no son ajenos a la formación sanitaria especializada. Las exigencias en cuanto al perfil de competencias de los tutores, sus funciones y su responsabilidad sobre la formación de los residentes se han incrementado considerablemente. Todo ello ha generado la necesidad de profesionalizar la figura del tutor, si bien no ha ido acompañada de los recursos ni las medidas de apoyo para facilitar el proceso de tutela de los residentes, ni del reconocimiento de su labor, a pesar de que sus reivindicaciones en estos años se han puesto de manifiesto reiteradamente. La desmotivación reinante entre los tutores de los residentes —principales garantes de su formación— pone en riesgo la capacidad docente de los centros, la calidad de la docencia y la calidad de la asistencia sanitaria. Esta segunda parte del artículo se centra en el análisis de la normativa en relación con las funciones del tutor y las medidas adoptadas por las CC.AA. para facilitar su labor: formación continuada, tiempo para la tutoría y plan de trabajo del tutor.